jueves, noviembre 24, 2005

Mauricio Hadad

Con el tiempo se convirtió injustamente en el deportista “que hizo un comercial de Pony Malta y se acabó”, afirmación un tanto cierta pero un tanto injusta para el único colombiano que ha estado entre los 100 mejores tenistas del mundo. Yo era un pelao todavía cuando por la televisión frente a Pete Sampras jugaba un colombiano. Era casi todo lo que sabíamos de ese muchacho “era colombiano y juega como un hijueputa” al decir popular. Fue en Los Angeles en 1994 cuando le jugó de tú a tú a Pistol Pete, el muchacho era un berraco. Tenía una defensa más bien efectiva pues era un especialista del polvo de ladrillo, un servicio sin embargo de señorita, pero una técnica en el golpeo de derecha que cubría sus limitaciones. Y fue así como en el año 95 este caleño desconocido se codeó con los grandes, primero con el Chico de oro por esas épocas el melenudo André Agassi, número uno, en los cuartos de final del Torneo de Washington, una semana después de nuevo era Sampras en Octavos de Final del Master Series de Toronto. Su victoria más importante a principios de 1996 en la segunda ronda del Australian Open contra el local Rafter. Había terminado el año en el puesto 78, como todos los deportistas colombianos se sintió satisfecho, esa vieja ley del deporte colombiano en la que el ocaso comienza en el momento exacto en el cual se puede lograr una gesta. A partir de ahí, toda su carrera se esfumó con la rapidez y la facilidad con la que se bebía la Pony Malta en el fatal comercial. Se contentó con vagabundear en torneo menores en Lima, Ecuador, Bogotá y Cali su ciudad donde podía gastarse los pesitos acumulados. Pareció renacer en una primera ronda del US Open frente a Agassi otra vez, sin embargo se despidió humillado y cansado de los pocos éxitos que había conseguido.
Sin embargo podrá ser perezoso pero bruto no será y sus gustos femeninos son más que sobresalientes y hacen que sea el entrenador de la ex-número uno Maria Sharapova. Desgraciadamente el padre de está “mamita”, lo echó pues en los entrenamientos al parecer se tomaba más Pony de lo normal. Y pensar que gracias a nuestro colombianito “la mona” ganó Wimbledon a los 17 años. Mauro a por otra rusa!

Fabiola Zuluaga

La tenista más grande que ha tenido nuestro país de pronto por que ha sido la única que hemos tenido. Acaba de cumplir 26 años, a principios de este año era la número 16 mundial todo hacia presagiar que este año si la suerte la acompañaba estaría en el top ten mundial. Cosas del destino, en su mejor año no pudo con la presión sicológica, convocó una rueda de prensa y concluyó que ya le había dado suficientes triunfos al país y que prefería montar moto con su novio en las autopistas cucuteñas. Deplorable final para una tenista en sus mejores años como deportista.
Sí, fue la tenista colombiana más grande pero nunca ganó nada importante salvo el torneo bogotano Colsánitas donde jugaba con los de su misma academia. Jugadora con una derecha interesante, un servicio dudoso y una defensa de revés bastante interesante, un juego que le daba para enfrentarse sin complejos a las jugadoras con un ranking superior al 20. Sin embargo, carecía de motivación sicológica y se achicaba cuando frente a ella sonaba el apellido Williams o Davenport. El destino en los Grand Slam la puso siempre en segunda ronda contra una top ten, recodemos titular del Tiempo, tan irónico como vulgar “Fabiola llegó a Venus” para una segunda ronda del Open de Australia. Las lesiones no la perdonaron y se vino totalmente abajo después de su momento de gloria el pasado mes de Enero cuando por arte de magia llegó a las semi-finales del Grand Slam sin jugar casi ningún partido. Tuvo el cielo a sus pies, fue mediocre en su satisfacción deportiva y prefirió retirarse a los 25 años para gastarse “los pesos” que se ganó con su raqueta.
Todavía recuerdo esa mañana donde mi mamá me levantó a las 6 de la mañana antes de ir al colegio para decirme “mijo una colombiana está jugando muy bien contra Arantxa Sánchez Vicario”. Cuando ya estábamos en el carro, prendimos la radio, no había ya ninguna transmisión del partido, había sido despachada en los 30 minutos que duro mi ducha y mi desayuno. Da rabia ver a verdaderas profesionales como Mary Pierce y Davenport que con más de 30 años siguen teniendo hambre de triunfar. Pero no en nuestro país por la mediocridad que siempre ha mareado a nuestro deporte hay que lograr muy poco para ser una leyenda. Suerte con las motos “Fabi”.